Cuidado colectivo

Sostener un proceso en un contexto de conflicto socioambiental que se prolonga  en el tiempo no depende sólo de la convicción, la contundencia de las acciones o del acceso a herramientas técnicas o jurídicas. También requiere cuidar a quienes lo hacen posible.

En distintas comunidades y organizaciones, el cuidado se entiende como una dimensión estratégica del trabajo colectivo: una forma de proteger a las personas, sostener los vínculos y dar continuidad a los procesos, especialmente en contextos de alta exigencia, desgaste -conocido también como "burnout", o amenaza.

Este enfoque se traduce en prácticas concretas como:

  • Distribuir las tareas de forma equitativa, evitando la sobrecarga de ciertas personas o roles.
  • Rotar vocerías para no exponer siempre a las mismas personas en espacios públicos, o bien, no tener vocerías individuales sino que a nombre de la organización para resguardar a las personas que la integran. 
  • Reconocer y visibilizar el trabajo colectivo, por sobre los liderazgos individuales.
  • Cuidar la salud mental y emocional del grupo, incorporando pausas o momentos de contención.

Por ejemplo, algunas organizaciones alternan los roles de representación en espacios institucionales, para evitar el desgaste que implica estar constantemente en reuniones con autoridades. Otras incorporan espacios de revisión de cargas al inicio de cada ciclo de trabajo, donde cada persona puede compartir cuánto puede asumir en ese periodo. También hay grupos que han desarrollado protocolos internos de cuidado y apoyo mutuo, especialmente cuando sus integrantes enfrentan situaciones de exposición mediática o conflictos personales derivados de su participación.

Además, cuidar a la organización está estrechamente relacionada con fortalecer la seguridad de sus integrantes. Desde el plano internacional, el Acuerdo de Escazú —del cual Chile es parte— refuerza esta mirada al establecer que los Estados deben garantizar un entorno seguro y propicio para quienes defienden el medio ambiente, libre de amenazas, hostigamientos o represalias. Si quieres conocer más sobre este derecho y qué hacer en caso de sufrir ataques por tu labor, revisa este enlace de Poder Ambiental.

Integrar el cuidado a las dinámicas organizativas no siempre es fácil. En contextos de alta presión, el autocuidado y el cuidado mutuo pueden parecer un lujo o incluso un obstáculo. Las urgencias territoriales a menudo demandan respuestas rápidas, lo que puede entrar en tensión con la necesidad de sostener la salud física y emocional del grupo. Esto crea un desafío real: ¿cómo dar respuesta a las exigencias del presente sin poner en riesgo la continuidad del proceso colectivo y la integridad de sus miembros?

Enfrentar esta pregunta es parte del camino hacia la sostenibilidad. Porque cuidar no es frenar una acción, sino hacerla posible en el tiempo. 

Para facilitar la incorporación de medidas de cuidado, te compartimos recursos y herramientas desarrollados desde organizaciones de derechos humanos, territoriales y ambientales, que han sistematizado aprendizajes valiosos para la protección y sostenibilidad del trabajo de defensoras y defensores.

  • Seguridad comunitaria y defensa integral: El concepto de seguridad comunitaria parte de una mirada colectiva y territorial sobre el riesgo. No se trata sólo de protocolos personales de protección, sino de prácticas organizativas que fortalecen la seguridad desde la comunidad y para la comunidad. Puedes revisar acá la guía Seguridad comunitaria y territorio. Apuntes metodológicos desde la defensa integral desarrollada por ProDESC donde podrás encontrar distintas herramientas metodológicas para la seguridad comunitaria. 
  • Autocuidado como estrategia política: El autocuidado no es una responsabilidad individual desligada del contexto. Las organizaciones pueden incorporar prácticas colectivas que reconozcan los efectos emocionales, físicos y sociales de la defensa ambiental. La Guía de autocuidado para defensoras ambientales de la Defensoría Ambiental. Esta guía entrega orientaciones prácticas para incorporar el cuidado como una dimensión estratégica del trabajo organizativo, con ejercicios, recomendaciones y reflexiones desde la experiencia de defensoras en distintos territorios. 
  • Protección integral de defensoras y defensores: Este enfoque combina medidas de seguridad, autocuidado, redes de apoyo, fortalecimiento organizativo y acompañamiento psicosocial. Se orienta especialmente a contextos de alto riesgo. El Manual de formación para capacitadores en la protección y cuidado de las defensoras y defensores del medio ambiente en Honduras y Guatemala desarrollado por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos 

¿Qué puedes hacer con estos materiales?

  • Adaptarlos a tu realidad territorial u organizativa
  • Usarlos como insumo en espacios formativos
  • Crear protocolos propios de cuidado o seguridad
  • Sostener conversaciones internas sobre los límites y necesidades de quienes participan en los procesos



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